Historia
del banco
En la Edad Media, los cambistas (hoy decimos banqueros), tenían
su oficina en los puestos que se les otorgaba en las ferias de turno,
al aire libre o bajo soportales. Dicha oficina era muy sencilla pues
se trataba de un banco y un tablón a modo de mesa de operaciones;
ese tablón es lo que se llamaba la banca. En ella se contaba
el dinero, se hacían los pagos y los cobros y todo tipo de
operaciones bancarias.
En cada ciudad,
los cambistas, ayudados por las autoridades, organizaban el plan
de operaciones para su trabajo de cada día. En España,
en la ciudad de Medina del Campo (Valladolid), donde las ferias
anuales eran algo muy serio y realmente importante, este tinglado
estaba delimitado y protegido por cadenas que se ataban a unos pilares
de granito, para defenderse de la circulación y de los transeúntes.
Los cambistas, así protegidos, hacían su trabajo,
con seriedad y con honradez, cumpliendo con las normas establecidas.
Si alguno pretendía actuar de manera deshonesta, abusar y
saltarse las reglas para ganar dinero fácil, allí
mismo y públicamente acababan con su profesión y con
su banca, que se rompía a fuerza de golpes. Es la famosa
banca rota que hoy conocemos como bancarrota, aunque en la actualidad
no existe el acto físico de romper la oficina.
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